Florence Cestac: «No se trata de hacer dibujos que molesten a la gente, sino de denunciar las injusticias»

Hablamos con la autora francesa en Granada

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Florence Cestac, a sus sesenta y cinco años, es una de las personas con mayor trayectoria dentro del cómic y el BD francés. Fundadora en 1972 junto a Étienne Robial de la mítica editorial Futuropolis, donde publicó títulos como Harry Dickson nettoie ses pinceaux, Mickson et les Gaspards o Le chien coiffé, fue ganadora en el año 2000 del gran premio de Angoulême, y tan solo hace uno año, en 2014, del gran premio de Saint-Michel.

Autora de series como Les Déblok y Laura et Ludo, y habitual en Editions Dargaud, Cestac comenzó su andadura publicando en Charlie Mensuel, revista que en 1970 pasaría a convertirse en la satírica Charlie Hebdo. Nombres como Jacques Glénat —fundador de Glénat Editions— o Georges Pichard pasaron por aquella revista. «Trabajé en Charlie cuando era una revista de tebeos, y Wolinski era redactor jefe. Era una principiante, hablamos de 1974 y 1975», me dice Cestac cuando le pregunto por sus inicios.

Estamos en el Salón Internacional del Cómic de Granada, que este año cumple veinte años dedicados a la promoción del tebeo con una edición dedicada a Francia en la que un homenaje dedicado a Charlie Hebdo hacía reforzar las medidas de seguridad del evento.

Georges Wolinski, a quien menciona Cestac, moría asesinado el 7 de enero de este 2015 en el atentado a las oficinas de Charlie Hebdo. «Fue un trauma. Eran las últimas personas que merecían ese trato; eran personas muy pacíficas e íntimos amigos míos. Tuve una depresión y estuve tres semanas sin dibujar», recuerda la autora francesa. «Pero poco a poco volví en mí. Me obligué a dibujar para dejar testigo sobre mis compañeros y que nadie los olvidara. Había que seguir luchando por la libertad de expresión, es algo fundamental», añade.

Cuando le pregunto por esa libertad de expresión a la que hace alusión, es consciente del daño que hicieron los atentados de París. «Hubo un cambio. Ahora la gente tiene miedo y hay más tabú sobre lo que se puede decir y publicar. La censura se hace a un nivel en el que ahora la gente no quiere correr ningún riesgo. Pero Charlie Hebdo sigue existiendo y eso es lo importante». Cestac es consciente de la situación: «Es complicado porque también es humano que los dibujantes ahora tengan miedo. Yo lo entiendo. Es difícil seguir, pero hay que seguir dibujando y expresándose». 

Combatir ese miedo «es una cuestión de educación», me dice Cestac. «En las familias cada vez se lee menos, ni libros ni tebeos, no entienden el humor gráfico. Hay que educar a la gente para que entiendan lo que es el dibujo de humor», declara la francesa, que por otra parte tiene muy claro dónde está el límite. «No hay límite en el humor, es una cuestión de autocensura por parte de los dibujantes», dice. ¿Pero cuál es el límite de Florence Cestac? «Mi límite está en dibujar cosas que pueden herir a personas. Si alguien tiene un defecto físico, no hay que ensañarse con ello. Ese es mi límite», me responde. Tomando un ejemplo más conocido por todos, la autora dice que «si hoy me dijeran que tengo que dibujar a Mahoma no lo haría, pero hay que seguir diciendo lo que la gente quiere decir, aunque no lo hagas a través de dibujos de Mahoma».

Uno de los debates más presentes que tuvieron las semanas posteriores al atentado de París fue el generado en torno a la frase de Je Suis Charlie. Una frase que traspasó fronteras y cuyo mensaje llegó a ponerse en duda al ser utilizada por determinados colectivos representados, principalmente, por las altas esferas. Cestac se queda con lo positivo de la proclamación: «Obviamente hay gente que abusó de la frase. Pero lo importante fue que despertó a los franceses y los hizo salir a la calle».

Cestac espera que sigan haciéndose estas revistas, y que haya jóvenes dispuestos a llevarlas a cabo. «No se trata de hacer dibujos que molesten a la gente, ese no es el propósito, sino de denunciar las injusticias, de ser relevantes», me responde cuando le pregunto por el futuro de este tipo de publicaciones.

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La trayectoria de Cestac es intachable. Una persona que vivió el surgir del BD y que ahora ve cómo el sector se hace más y más complicado. «Cuando fundé Futuropolis el sector era muy pequeño, y ahora es inmenso. Es demasiado grande, hay demasiadas publicaciones, demasiados autores. Los dibujantes que están empezando ya no pueden seguir viviendo de eso y dejan de dibujar porque no ven salida. Es una pena», comenta la autora.

Siguiendo en este tercio, le pregunto dónde cree que está el problema. «Antes se vendían los álbumes que llevaban tiempo a la venta. Hoy día siempre hay que hacer álbumes nuevos para vender, los antiguos ya no se venden. Para sobrevivir hay que estar constantemente editando nuevo material, y no ocurre como antes, que un autor podía vender todos los cómics que había hecho, y no sólo el último», comenta con algo de preocupación. «Hay tantos álbumes, tantas publicaciones, que la persona que tiene una librería no puede poner todas las publicaciones de un autor, sólo podrá poner el último. Y para todos los autores es la misma cosa», concluye.