¡Es hora de reseñar una nueva saga del manga de Pokémon! Tras Rojo, Azul y Verde y Blanco y Negro llega el turno de que Norma Editorial nos traiga Pokémon Amarillo, que adapta la segunda saga del popular manga de monstruos de bolsillo (Pokémon Special, ポケットモ“スターSPECIAL) de Hidenori Kusaka y Mato basado en la franquicia de recolección de criaturas más famosa del mercado. Y, como siempre, os recomiendo leer primero las anteriores reseñas del manga por muchos conceptos generales que se repetirán entre tomos. Especialmente porque se trata de una secuela directa de las aventuras de Rojo, Azul y Verde en la región de Kanto en lugar de una nueva saga que pueda disfrutarse de forma independiente a pesar de echar lazos a otras entregas.
La historia comienza, salvo el salto temporal, donde quedó la anterior. Dos años después de que Rojo y sus amigos derrotaran al Team Rocket, nuestro protagonista recibe una carta de desafío de Bruno, del Alto Mando. Tras aceptar el reto, desaparece misteriosamente y sólo Pika, malherido, logra regresar, por lo que Amarillo, un misterioso chico, ha de tomar las riendas de la historia y averiguar qué ha ocurrido.
Y, como bien leéis en la misma sinopsis, contamos con algo que, si bien se ha tratado un par de veces en los juegos, suele quedar muy de fondo en la continuidad general de las adaptaciones de la franquicia: han pasado dos años.
Por tonto que pueda parecer, el no trabajar estrictamente en comic book time (“Soy Ash Ketchum y tengo diez años desde finales de los noventa”) permite mantener una serie de roles con un desarrollo totalmente natural y hacer crecer a unos personajes que, si bien se desmarcan del foco principal de la historia, no dejan de lado la titularidad.
Por ejemplo, podemos ver que tanto Verde como Azul han evolucionado de actuar como críos a ser unos adolescentes que, si bien tienen sus pequeños retales de seguir siendo algo niños, son capaces de aportar una luz nueva a la historia adoptando papeles de mentor y apoyo logístico, amén de unirse a la gresca si la situación lo pide. Rojo, por su parte, se mantiene en su bondadosa y caldeada personalidad, pero no sin incluir una nueva cuña de madurez mental que hace que el elenco se haga más redondo de cara a la nueva incorporación: Amarillo.
Amarillo del Bosque Verde, un joven entrenador con una inexperiencia y desconocimiento que nos permite ver el mundo de una forma distinta a la saga anterior de manos de unos entrenadores que llevaban toda una vida preparándose para ser el mejor. No obstante, eso no le exime de un brillante talento que muchos otros envidiarían gracias al pensamiento rápido y lateral que le permite, además de zanjar algunas batallas, hacerlo sin herir a sus amigos de bolsillo.
También se introducen en dicho personaje una serie de poderes que mucho más tarde asimilaría (de una forma más o menos aproximada) el aura en la saga principal. El poder para comunicarse con el mundo y los pokémon, una sensibilidad especial, capacidades curativas… Algo capaz de dar una dimensión de juego extra a una narrativa que ya aprovecha las capacidades innatas del mundo mejor que ninguna otra adaptación.
También se toma una serie de licencias tanto para explicar acontecimientos de la saga principal (por ejemplo, cómo Pikachu es capaz de hacer surf por sí mismo) como para dotar de interés adicional algunos conflictos principales (dar uso a ejércitos de pokémon para crear batallas campales y una sensación de tensión al lector), de forma que el mundo donde se desarrolla la historia parece totalmente orgánico y se hace pensar a los personajes cómo salir airosos de una situación peliaguda.
Algo que me ha gustado especialmente de esta saga es cómo se sale completamente del raíl marcado por el material original. Si en Rojo, Azul y Verde era capaz de tomarse toda la libertad del mundo en base al recorrer Kanto, hacerse con ocho medallas y participar en la Liga Pokémon, Pokémon Amarillo se saca de la manga una historia totalmente original para dar cabida al Alto Mando como organización con unos objetivos propios y unos enemigos poderosos que vencer más allá del camino para ser el mejor. Un verdadero acierto que sorprenderá a propios y extraños gracias a las alianzas, jugarretas y batallas de alto nivel que se librarán en estos dos tomos.
Además, y si bien a nosotros ya no nos supone nada a estas alturas de la vida, comenzaba a dar las primeras pistas de una segunda generación gracias a la aparición adelantada de algunas criaturas para culminar en un cliffhanger orientado a Johto para la venidera adaptación de Oro y Plata. Os preguntaréis que qué nos importa esto, que para qué queremos valorar una estrategia publicitaria de hace casi dos décadas.
Es fácil: es una forma sutil de contarnos cómo sigue conectada la historia, de la misma forma que los juegos en los que se basan se lanzaban cabos entre ellos. Una buena muestra de que este manga de Pokémon es un universo y, a pesar de ello, podemos elegir de qué tramos disfrutar o no para disfrutar independientemente de nuestra parte o unir una imagen completa con el todo.
En lo que a dibujo, agilidad y todo lo que ello rodea, no cambio una sola coma de mis anteriores reseñas: diseños efectivos, muy buenos retratos de los monstruos titulares, acción dinámica y fácil de entender en combates y situaciones que son capaces de resolverse en un número de viñetas bastante inferior al que duran los cinco minutos previos a la destrucción de Namek.
Chapó de nuevo. Por mucho que pasen los años, este clásico que es Pokémon Amarillo se mantiene fresco.
«Mi título dice que soy Ingeniero en Telecomunicaciones. Mi puesto de trabajo, que soy desarrollador de software. Pero mi corazón me hace creativo.»
Y es que no podía comenzar a escribir estas líneas sin parafrasear la célebre cita de Satoru Iwata que tan bien define mi dualidad y, ya de paso, mi amor por el mundo del videojuego.

- Se aprovechan las capacidades del mundo pokémon hasta los límites de la imaginación
- Historia totalmente original para la saga
- No se siente nada fuera de lugar a pesar del paso de los años
- A veces se echa en falta un poco de detalle en el dibujo