Allá a principios de siglo, un par de años tras el estreno del título que nos ocupa en 1999, pude disfrutar de lo que para mí sería la entrada al mundo del JRPG (si pedimos disculpas a Pokémon, claro está) con la octava entrega del buque insignia de, por aquel entonces, Squaresoft. Por tanto, es fácil asumir que, cuando la editorial sevillana Héroes de Papel anunció a principios de este mismo año la localización de La Leyenda Final Fantasy VIII al castellano sentí la necesidad de añadir el libro a mi estantería sin hacer más preguntas.
Y de hecho, no podría ser mejor momento para mí: acababa de empezar a construir mi biblioteca jugona gracias a Hyrule Historia y The Ultimate History of Video Games (que próximamente será traducido a la lengua de Cervantes, por cierto). Huelga decir que la adición de un ensayo sobre uno de los títulos más significativos de mi adolescencia iba a ser gratamente recibido en mi colección. Pero, ¿estaría a la altura de mis expectativas?
Lo primero que me llamó la atención al tener el libro en mis manos fue la impecable presentación en tapa dura. Tiene un elegante serigrafiado y una encuadernación robusta con cartulinas de color rojo a ambos extremos del tomo que le otorga un aire distinguido. Reproduce al más mínimo detalle la edición original (de manos de Rémi Lopez para la editorial gala Pix’n’love) con la excepción del prólogo de Cristophe Brondy, sustituido por un emotivo texto original de Alberto Lloret, redactor de HobbyConsolas desde finales de los noventa, en el que nos recuerda lo que supuso el juego que nos ocupa.
El resto del ensayo ha sido traducido por Fernando Rodríguez Álvarez con mucho acierto. Por descontado, se han adaptado todos los términos a los localizados en la versión castellana del juego, pero se ha tomado la libertad de contrastarlos tanto con la versión francesa (en la que, recordemos, se basa el libro), como con la americana. Si bien es una gran idea desde el punto de vista de la adaptación entre idiomas romances, se echa en falta en ocasiones alguna referencia al texto original japonés, que sólo aparece de forma anecdótica en un par de ocasiones.
Y comenzando a leer el texto nos encontramos con el primero de los bloques que compondrán este libro: un análisis detallado del universo en el que tiene lugar el divisivo título nipón. Dicho análisis nos detalla, en primera instancia, la historia de éste, explicada de forma clara y concisa. Abarca desde el inicio de los tiempos conocidos y las disputas de poder contra el dios Xian hasta la historia narrada durante los cuatro mágicos CDs, sin olvidar, por supuesto, las aventuras de Laguna que sirven de trasfondo histórico y narran los acontecimientos de la Guerra de la Bruja o la destrucción del continente de Centra.
Sin duda, este primer bloque, coronado con una serie de curiosidades argumentales, es imprescindible para cualquier fan del juego, ya sea uno que ha completado el juego una decena de veces y quiere entender hasta el último detalle (ya que incluye material de las guías Ultimania que no han salido de Japón) o uno que simplemente ha completado el título y quiere ver cómo se entrelazan los trozos de historia sin tener que investigar por sí mismo cómo.
Una vez finalizamos este repaso a la historia de guerra y brujería, el libro nos plantea una serie de preguntas sobre la mitología de Final Fantasy VIII. Por ejemplo, el funcionamiento exacto de la compresión temporal o la sucesión de brujas. Acto seguido analiza las teorías más extendidas que han surgido alrededor del juego, como la archiconocida (aunque desmentida por el mismo Tetsuya Nomura) que afirma que Artemisa y Rinoa son la misma persona o la que asegura que Squall ha estado muerto desde el final del primer disco.
Todas estas cábalas, por supuesto, aparecen correctamente fundamentadas, desmontadas al detalle o, al menos, debatidas con un alto nivel de precisión, arrojando cierta luz sobre uno de los juegos de la franquicia con más misterios.
En tercer lugar, el autor nos expresa preocupación sobre la fuerza del fan en la obra. Cita, por ejemplo, casos en los que la comunidad de seguidores es capaz de crear un headcanon colectivo, pero no trata otros dilemas dentro de los fans y llega incluso atacar a los autores, citando casos como el de Mass Effect 3. Esta parte, si bien interesante y llena de profundas reflexiones, acaba sintiéndose un poco fuera de lugar, como si sólo cambiar las escasas referencias a Final Fantasy VIII por, digamos, Kingdom Hearts, no cambiaría en absoluto el mensaje o su aplicabilidad al caso que nos ocupa.
Pasamos al cuarto bloque, probablemente el más repleto de curiosidades y puntos de importancia para el fan, no sólo del juego como obra narrativa, sino de producto videolúdico. Esta sección entra en detalles como la (por aquel entonces novedosa) captura de movimiento, nuevas tecnologías aplicadas, conceptos descartados y el trabajo tras el diseño de personajes de manos de un Tetsuya Nomura que no tardaría en ascender por la pirámide corporativa de la desarrolladora.
Por algún motivo, se separa de todo este bloque el tema musical, que resumirá un poco la experiencia del ya veterano Nobuo Uematsu componiendo piezas para el juego, la inclusión por primera vez de un tema vocal principal como Eyes on Me y en resumen, una breve oda a la maravillosa banda sonora del título.
De hecho, el bloque musical se verá precedido por el de las claves del juego o qué hace al juego lo que es. Un análisis de los personajes, de su narrativa (como la narración dual entre la historia principal de Squall y compañía frente a los relatos de la juventud de Laguna), las tradiciones que rompe y, por supuesto, el divisivo gameplay que, a día de hoy, sigue siendo objeto de debate.
Esta sección añade la última capa que necesitaba el libro para estar completo. No podemos hablar de Final Fantasy VIII sin mencionar temas como la deconstrucción del concepto de niño soldado, la importancia del destino, la imposibilidad de cambiar la historia y el debate de hasta qué punto es la historia de amor entre los protagonistas el motor de la historia o si tan sólo se trata de un vehículo para el desarrollo de los personajes. Y, claro está, sin preguntarnos a nosotros mismos si echar una partida de cartas más para barrer el suelo con los enemigos despreocupados.
Y llegamos al final del viaje. El libro presenta sus conclusiones sobre el juego y a mí me toca establecer las mías sobre el ensayo. Sin duda, no hay que leer entre líneas para descubrir que me parece un producto completo, bien documentado y lleno de curiosidades que han sido capaces de sorprender a un servidor después de más de media docena de partidas completas.
Eso sí, no voy a negar que no haya encontrado un par de bichos. Como bien dije antes, la herencia de una edición en francés hace que las comparativas de traducción se realicen sobre varios idiomas, pero el japonés no es uno de ellos. Por otra parte, hay un detalle que no me acaba de convencer de la maquetación: es bonita, bien gestada y fácil de seguir, pero se abusa de los párrafos excesivamente largos, inclusive si los temas de los que se hablan son distintos. Además, en algún que otro caso he encontrado pequeñas erratas (quizá media docena en todo el texto, pero ahí están) que saltan a la vista y te sacan de la magia de la lectura durante unos breves instantes. Y también he de destacar que he echado mucho en falta alguna que otra ilustración acompañando al texto. Puede ser una carencia comprensible por temas de licencias y derechos de autor, pero es una pequeña espina pues hubiera quedado perfectamente redondeado con algo de arte conceptual.
Pero si mis mayores quejas de La Leyenda Final Fantasy VIII son ésas, adelante, traedme más volúmenes de la colección. Ya tenemos el libro que analiza la séptima entrega de la franquicia también editado por Héroes de Papel y una promesa de localizar más a nuestra lengua. Así da gusto empezar la biblioteca de videojuegos y, ante todo, revivir uno de mis títulos favoritos.
«Mi título dice que soy Ingeniero en Telecomunicaciones. Mi puesto de trabajo, que soy desarrollador de software. Pero mi corazón me hace creativo.»
Y es que no podía comenzar a escribir estas líneas sin parafrasear la célebre cita de Satoru Iwata que tan bien define mi dualidad y, ya de paso, mi amor por el mundo del videojuego.

- Una bonita forma de rememorar Final Fantasy VIII
- Completo, bien planteado, documentado y justificado
- Elegante presentación y maquetación
- Lleno de curiosidades que sorprenderán al más veterano
- El bloque dedicado a los fans resulta demasiado genérico
- A veces, los párrafos son demasiado largos