Reseña: ‘Akame ga Kill! #5-6

El comienzo de una guerra y la certeza de que habrá que lucharla

Más Akame ga Kill, más potencia. Uy, creo que eso no era. En todo caso, tras unos meses sin hablar sobre el manga cuya portada muestra chicas monas y sus tripas cruentas muertes (y, sí, también muchas chicas monas haciendo cosas monas, a estas alturas es futil negarlo), es hora de una nueva reseña cubriendo los tomos número cinco y seis. ¿Qué nos depararán las nuevas aventuras de Tatsumi y el resto de Night Raid?

Y es que, sin preámbulos, el quinto volumen de la historia empieza fuerte: tras la formación de los Jaegers, el equipo de asesinos protagonista está amenazado por unas fuerzas que son capaces de mostrarse a su nivel (eso sí, sin olvidar a la todopoderosa Esdeath, que sigue viéndose establecida como el ente más poderoso del universo creado por Takahiro). Aquí es donde Akame ga Kill se quita los guantes de entrenamiento y la escala de poder comienza rompe el más o menos realista techo que se había establecido a finales del segundo tomo. Porque no sólo encontramos a unos amenazantes rivales; nuestros  héroes (y en especial el protagonista) se esfuerzan de forma continua en estar al día en la guerra de poder. O al menos lo hacen cuando no están aprovechando desnudos parciales o infiernos de malvaviscos.

Pero no centralicemos en demasía las quejas y pasemos a los eventos reales del tomo: uno de los Jaegers, algo rebelde, decide que es buena idea asaltar la recién encontrada guarida de sus enemigos. Eso da pie a un pequeño arco argumental capaz de instaurar una base de cara a lo que veremos en futuros tomos. El aprovechamiento de las Armas Imperiales de formas no directamente bélicas, el control del territorio y las fuerzas y debilidades detrás de cada uno de nuestros personajes en un ejercicio que es capaz de desenvolverse de una forma ágil, dinámica, y ante todo llena de interés.

Aunque, quizá, lo que se quede fuera del ámbito de lo realmente válido sea su conclusión a modo de deus ex machina: llegan los refuerzos a Night Raid y lo hace en forma de nuevos personajes. El Arma Imperial humana Susano (al que también se une la letal y polifacética espía Chelsea) es capaz de tornar la batalla en un abrir y cerrar de ojos gracias a su condición y permite que nuestros héroes se deshagan del enemigo de forma definitiva.

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Lo que resta a este quinto tomo son, por desgracia, las alegres consecuencias de una victoria tan moralizadora y unas nuevas adiciones al elenco: unos cuantos capítulos ligeros y humorísticos que plantean la nueva dinámica del día a día, las relaciones entre personajes que nacen de ahí y, sí, lo habéis adivinado, un patético intento de ver en paños menores a una chica en el clásico episodio de los baños termales™. Por suerte, estas escenas contrastan con la visión del enemigo de la situación. Eso sí, de la fuente con la que menos empatía podríamos sentir, como si este tomo nos quiera inclinar hacia un lado en una batalla de la que siempre mostraba de forma (más o menos) justa ambas caras. Y eso, justo antes de un episodio extra dedicado únicamente a subrayar la corrupción del Imperio.

Es curioso que ocurra algo así porque el sexto tomo comienza… ¡Precisamente con lo contrario! Un grupo de bestias con inteligencia limitada pero fuerza sobrehumana comienza a aterrorizar aldeas, algo que se usa para demostrar que los Jaegers no son tan malos como el bando protagonista los pinta. Bueno, al menos que no serían tan malos de no estar trabajando al servicio de un gobierno pútrido como el que nos muestran, pero ya me entendéis. Al final, si no salvamos al pueblo oprimido que nos da los impuestos, no nos llenamos la panza.

Aquí es interesante ver las motivaciones de cada uno. Desde el «ayudar al prójimo» hasta el no tan sutil «porque pelear es divertido», pasando por unas nociones bastante distorsionadas de lo que es la justicia por parte de la pirada (bueno, la que se acerca más al sentido tradicional de la palabra) del grupo. Sea como fuere, comparten objetivo principal con los héroes y es una dinámica que no muchos manga son capaces de tratar de forma acertada (aunque, siendo francos, lo hace a su manera).

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Una situación así también fuerza el encuentro de un Tatsumi que aún finge no saber por dónde van los tiros de la banda de asesinos con una acosadora y abusiva Esdeath. Por circunstancias de la vida y la participación de un misterioso tipo con una cicatriz en forma de cruz en la cara y la piel oscura que, para nada, puede estar basado en un ishvalí alquimista (cuya arma principal también tiene diseños geométricos inscritos en una circunferencia, por cierto), la pareja acaba en una paradisíaca isla desierta.

Eso significa dos cosas: la primera (y al parecer más importante para el mangaka Tetsuya Tashiro, algo que empieza ya a hacerse más cansino de la cuenta) es que tiene carta blanca para calzar un apretado sostén a la villana a chaqueta abierta. La segunda, más práctica para la narrativa, es la posibilidad de conocerse mejor que disfrutan ambos. La esperanza del protagonista es convencer a su enamorada de que se una a su causa (de una forma en la que invariablemente ganarían la guerra con un chasquido de dedos), pero al conocer su trasfondo y el origen de los poderes, aprende una clara lección: eso va a ser imposible. No hay ningún trauma, nada controlando a la peliazul para que haga lo hace. No hay ninguna voz demoníaca en su interior. Simplemente… es así.

Con esa nota negativa, y la que llega poco más tarde de que los Jaegers empiezan a cerrar su búsqueda para deshacerse del incordio que son Night Raid, comienza a cernirse el final del tomo. Pocas páginas quedan para despedirnos hasta otra ocasión, pero el último esfuerzo narrativo nos presenta la nueva misión de los protagonistas: asegurar una revuelta religiosa violenta para derrocar al imperio deshaciéndose de los agentes imperiales que lo impiden.

Pero eso, como se suele decir, será cosa de otra ocasión. Así que recapitulemos: Akame ga Kill sigue ofreciendo ideas interesantes y un dibujo y desarrollo a la altura de las circunstancias, ofreciendo combates interesantes y dinámicos y alguna que otra línea argumental también digna de mención. Y digno de mención, para mal, es el fanservice que no ha dejado de ir in crescendo durante este par de volúmenes (niñas monas haciendo cosas monas, desnudos termales, bikinis e incluso «adorables» pijamas levemente justificados.

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Akame ga Kill! #5-6
Lo mejor
  • Los combates siguen siendo atractivos y dinámicos
  • Los contrastes entre los motivos, tanto de un bando como de otro
Lo peor
  • El fanservice empieza a cansar
  • A veces la narración es discordante con parte del mensaje