No hace mucho que os hablé de la conclusión del tercer volumen de Ms. Marvel con motivo de las Secret Wars. Un aparente fin del mundo en el que sólo nos faltaban cuatro jinetes espoleando a sus monturas en la lontananza, porque parecía todo perdido. Y si bien un cambio radical de la dinámica del mundo parecía inevitable, este cuarto tomo editado por Panini Cómics y que supone los seis primeros números de grapa de las nuevas andanzas de la heroína…
…nos muestran que todo sigue su curso. «Pero en vez de desplomarse en un apocalipsis ardiente, el mundo sólo se volvió más alucinante». Y es que con esa presentación nos muestran una impactante apertura a doble página de Kamala Khan como la Vengadora que es, consecuencia de unos eventos que, si no hemos leído la guerra intercuela, no se molestan en demasía en explicar. Por suerte se trata de un cambio en el que puedes hacer acto de fe y confiar en el nuevo status quo como nueva realidad.
Pero es obvio que quien no puede adaptar los cambios a su nueva vida es la protagonista: extenuada por compaginar su vida personal, sus heroicidades en solitario y el trabajo en el equipo de los hombres más poderosos de la Tierra, comienza a derrumbarse ante el peso de la realidad. Muestra de ello es cómo le toma un mes y medio percatarse de que Bruno, a quien había cerrado las puertas de una relación amorosa por imposible, ha llevado adelante su vida y entablado noviazgo.
Quizá ése sea el punto de ruptura para la heroína, que comienza a darse cuenta de cuánto han cambiado las cosas por allí. Sí, los simpáticos gólems de Loki siguen en el instituto para traernos unas adorables escenas de fondo. Sí, después de un posible Juicio Final, la gente ha madurado en el instituto. Pero Kamala no deja de encontrarse cosas que cambian a la fuerza en su entorno mientras ella está combatiendo a villanos y malhechores.
Y todo eso le pasa factura cuando encuentra un gigantesco póster inmobiliario adornado con su persona heroica presidiendo un proyecto de gentrificación de manos de la inmobiliaria Hope Yards. Como es de esperar, impone nuevas presiones sobre la protagonista, que ha de enfrentarse a una corporación malvada que pretende dominar la ciudad que tanto ama y a una muchedumbre enfurecida que opina que la superheroína ha pasado a ser una supervendida.
Y es que al final, Kamala necesita apoyo en todos los frentes de su vida. Ser una Vengadora quizá haga que sus heroicidades sean más asequibles (si bien en ocasiones siente preocupación por reunir al equipo cuando no es necesario), pero alejarse de sus amigos supone muchas dificultades. Y la protagonista, aunque más versada en la lucha y el salvamento, sigue siendo una adolescente incapaz de equilibrar todos sus frentes vitales, algo que se magnifica cuando su hermano Aamir anuncia sus planes de boda con todas las obligaciones que conlleva para la familia.
En vistas a que hablamos de una apertura de tomo, voy a ser bastante elusorio con los spoilers, por lo que voy a dejar al alcance del lector interesado cómo van naciendo las revelaciones de los diversos arcos argumentales (en especial el de la inmobiliaria Hope Yards, que abre varios frentes de interés) de este tomo recopilatorio.
Sé que va a ser difícil expresar mis opiniones sobre estos capítulos sin desvelar puntos pivotales, pero puedo asegurar que la trama, a pesar de contar con apariciones del resto del equipo de Stark, es capaz de mantenerse una lectura individual como ya ocurría en el anterior volumen (eso sí, dependiente de éste). También logra resolver los dilemas internos de Kamala en estos seis episodios mientras que siembra nuevas ideas de cara a futuro, haciendo que este arco de perturbación emocional no sea excesivamente longevo ni insistente.
Y, sin ánimo de entrar mucho en detalles de la trama, he de decir que tanto el camino como la conclusión son capaces de ser interesantes, emocionantes e incluso meritorios de un par de buenas carcajadas, haciendo que las nuevas adiciones a la narrativa sean siempre una suma y no una carga adicional. Eso sí, está claro que existe un cambio. Uno que yo como lector he aceptado de buen grado e incluso aplaudido (como ya sabéis de mis anteriores reseñas, el vol.3 andaba un poco desamparado tras la resolución de la trama del Inventor buscando sus lazos hacia las Secret Wars), pero que pueden saber a amargo para los que valoraban como frescas las facetas menos vengadoras de la heroína.
Sin duda, la nueva etapa de Ms. Marvel comienza fuerte, aunque tal y cómo nos lo cuentan, la transición es una caja negra que no tiene demasiado sentido. Es obvio que la interconexión de historias y los grandes eventos dan profundidad a la franquicia comiquera, pero desde un prisma más acostumbrado a la narrativa nipona (ya sabéis que es mi ámbito de trabajo principal) un breve resumen o incluso algo de exposición extra hubiera sido algo de agradecer.
«Mi título dice que soy Ingeniero en Telecomunicaciones. Mi puesto de trabajo, que soy desarrollador de software. Pero mi corazón me hace creativo.»
Y es que no podía comenzar a escribir estas líneas sin parafrasear la célebre cita de Satoru Iwata que tan bien define mi dualidad y, ya de paso, mi amor por el mundo del videojuego.

- Equilibrio entre humor, acción y drama personal
- Buena forma de empezar una nueva etapa
- La presencia de los Vengadores no canibaliza la historia
- ¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí?