Mary Shelley: la muerte del Monstruo, que nos llega de mano de Raquel Lagartos con el dibujo y Julio César Iglesias a cargo del guion, gracias a Diábolo Ediciones, es una obra que rompe esquemas. Cuando piensas en Frankenstein, normalmente tu mente vuela hacia el monstruo que interpretó Boris Karloff y que se ha repetido hasta el infinito. No se dirige hacia su autora, la creadora del género de la ciencia ficción, Mary Shelley, ni se sabe que esa figura que tantas burlas provoca no es más que la pantomima del verdadero e inteligente Monstruo.
Y justo así es como empieza la historia que tenemos entre manos, con Mary asistiendo a una obra de teatro de Frankenstein, acompañada de su hijo pequeño. Vemos a la elegante dama aplaudir con aceptación. Sin embargo, nada más salir, le comenta a su niño que esa representación no se parece en nada a la novela que ella creó, donde el Monstruo era una criatura culta y sensible. No donde la víctima era el doctor que jugó a ser dios.
Lo único importante en esta vida es comportarse como los demás esperan. Esa es la única verdad, Percy. No lo olvides.
No sueñes con monstruos. Aún estamos a tiempo de que tú seas feliz.
Es decir, se marcan los objetivos desde el principio. Este no es el mito popular, disfrazado y que ignora la obra original; al contrario, es un cómic que atraer al lector a la creación del Monstruo, que tan ligada está, como un reflejo de la propia vida, a Mary Shelley. No hay que olvidar que la escritora creó su opera prima con 19 años y que aun así ganó inmortalidad por encima de sus compañeros poetas, Shelley y Byron, o al creador del primer Vampiro antes que Drácula, Polidori.
La muerte del Monstruo narra la vida de Mary con la sombra del susodicho detrás de todos y cada uno de los sucesos trágicos de su vida, creando imágenes entre surrealistas, salidas de pesadilla, e históricas. Algunos son la muerte de sus hijos (menos el último) mientras su marido Percy huía del dolor de su esposa para refugiarse en otras mujeres. La muerte de su propio marido o la muerte de su sobrina se sumaron poco después a la lista. Por supuesto, no se presentan todas las desgracias de la vida de Mary, como su difícil relación con su padre, el suicidio de su hermana mayor o su relación con Claire, pero aun así, los golpes son más que suficientes para ver cómo una dama elegante y triste cada vez rechaza más los ideales feministas de su madre, Mary Wollstonecraft, para buscar una vida en sociedad donde no puedan hacer daño al último de sus vástagos.
A pesar de que los autores se toman algunas libertades, que aclaran en las entradas finales, hay un gran estudio histórico detrás que se deja notar sin convertirse en una clase cansina. Los diálogos, obligatoriamente inventados, se basan en los diarios que los Shelley no destruyeron o adaptan los poemas de Percy Shelley y otros tantos escritores de la época, y se mezclan a la perfección con el minimalista pero impactante dibujo. Da gusto sentir a los personajes, cada uno con su forma de hablar, y la voz del narrador (así como la organización de la historia, que no es del todo lineal), que ayudan a una inmersión en la historia.
Y es que el dibujo es una maravilla. Con unos pocos trazos logra expresiones que definen a la perfección a los personajes. La tranquilidad e inteligencia de Mary, la resignación de Claire, la actitud celosa y cansada de Polidori, el soñador Shelley o el arrogante Byron, todos aparecen por estas páginas y son, claramente, personas.
Pero la protagonista inexcusable es Mary. Mary y el Monstruo, su sombra, su reflejo, la criatura que la persigue hasta el final de su vida. Dos personas juzgadas nada más nacer, que quedaron a la sombra del mito que silenció sus voces. Un mito que Mary Shelley no se molestó en derribar, porque la vida le hizo demasiado daño, una y otra vez, como para molestarse en seguir luchando contra el mundo.
Porque he perdido demasiado. La sociedad doblegó a mi madre, asesinó a Fanny, a Polidori… Yo fui la hija de la revolucionaria, la viuda de Shelley… la novia del monstruo. No tuve ninguna oportunidad.
Es una historia desgarradora, cuanto más cuando sabemos que es real. Que el Monstruo y Mary Shelley tuvieron una muerte silenciosa, si bien al menos ella pudo disfrutar de unos últimos años en paz. Asomarse a la vida de Mary Shelley no es agradecido, pero sí ayuda mejor a comprender su obra. La que sigue a un hombre culto pero que jamás puede integrarse en el mundo para el que lo han creado. Un juguete desechable del que su padre, Frankenstein, no quiso ocuparse más. Pero ¿y su madre? ¿Qué fue lo que Mary dejó como legado para su Monstruo, que nunca tuvo un nombre?
Aparte, está la edición de este cómic, de portada dura, es muy elegante. Las hojas son de gran calidad y permiten apreciar los preciosos colores, tan tristes excepto la roja y vibrante Mary. No es para todos los estómagos, ni para todos los gustos, pero desde luego cualquiera interesado en una historia artísticamente bien lograda y que además hace un canto de amor, tanto en guion como en diseño, a Mary Shelley y su obra debería comprarla.
Redactora de artículos variados (Neon Genesis Evangelion, Utena, Nier Automata, Berserk, D.Gray-man) sobre worldbuilding, personajes o narrativa. De vez en cuando alguno de opinión. Tengo un blog donde hago lo mismo pero con libros.
- Arte sencillo e impactante
- Una gran narración
- Fidelidad histórica
- Obligatoriamente se tuvieron que hacer saltos de tiempo
- Ausencia de algunos hechos importantes