¡Es posible que ya conozcáis este manga! Se comenzó a serializar hace ya 12 años de la mano de Jun Mochizuki, y llegó a España gracias a Norma Editorial en 2012 en una edición muy cuidada que traía pegatinas y una serie de cajas para coleccionar la serie completa. Ahora vamos a echarle un vistazo general, sin entrar en spoilers, para cualquier posible interesado que decidió esperar a que estuvieran todos los tomos antes de empezar a leer.
Si por algo se caracteriza este manga, es por no dar un respiro al lector. La historia comienza con la ceremonia de mayoría de edad de Oz Vessalius. En cuestión de unas pocas páginas, pasa de ser un niño sin preocupaciones y aparentemente alegre a resultar atacado por unos dioses de la muerte con túnicas rojas que lo envían a una prisión llamada el “Abismo”, incriminándolo por… existir.
En el Abismo no encuentra reposo y sufre el ataque de las llamadas Cadenas: monstruos que lo habitan y que pueden manifestarse también en el mundo exterior mediante pactos con humanos, a los que proporcionan poder, e incluso la capacidad de alterar el pasado. Poco después conoce a Alice, una Cadena muy poderosa conocida como B-Rabbit: la única que puede adoptar una forma humana.
Tras formar un pacto, ambos consiguen salir del Abismo, y comienza la trama para averiguar cuál pudo ser el crimen que Oz cometió para que lo castigasen de esa forma. A ello se une el objetivo de recolectar los recuerdos de Alice. Sin embargo, al volver a su mundo, han transcurrido 10 años en los que han cambiado muchas cosas, aunque encontramos personajes que ni siquiera han envejecido.
Nuestra pareja quedará supervisada por tres miembros de la organización Pandora, que se dedica a investigar el origen de las Cadenas como B-Rabbit. En un principio, ocultan la supervivencia de Oz y lo obligan a colaborar con ellos: el pacto que ha formado con Alice lo ha convertido en un contratista ilegal, y esto sería perseguido por el resto de ducados y la misma Pandora.
La historia no para de darnos la sensación de una gran conspiración. Siempre que parece que vamos a obtener una respuesta, surge otro nombre, otro ducado, otro personaje esencial en la trama. Sin embargo no provoca un sentimiento continuo de “¿qué está pasando?” en el que se marea al lector con giros y más giros sin sentido. Sí que se nos hace dudar de las verdaderas intenciones de los personajes, porque todos están ocultando algo, pero la historia avanza de una forma muy constante y segura. Nunca se pierde el norte y siempre se nos van dando pequeñas respuestas a la trama principal. Nada se siente como relleno, todas las conversaciones son importantes, y todo ocurre por un motivo.
A la vez, es todo tan dramático que puede resultar algo cómico a veces. Las reacciones, desde cómo actúan los personajes a cómo se dibujan sus expresiones, son muy exageradas. Esto puede resultarle negativo a algunos lectores, pero en una historia en la que absolutamente todos los personajes tienen algún tipo de trastorno y rozan la locura, ¿cómo no nos iban a resultar desmesuradas sus formas de tomarse las cosas?
Los personajes, en el contexto tan “exagerado” de la historia, con constantes sospechas entre los distintos ducados, traiciones e intenciones ocultas, son bastante creíbles, sobretodo teniendo en cuenta que constantemente se están usando los unos a los otros. Aunque al principio pueda chocarnos alguno que otro, por sus edades o aspecto físico, cobran sentido estos temas conforme avanzamos en la trama, y es que el tiempo fluye de forma diferente en las distintas dimensiones que aparecen en la historia, por ejemplo. También encontramos que hay muchos personajes que no recuerdan del todo ciertos eventos, bien por amnesia o por mentiras y falsas versiones de hechos.
Todo esto va acompañado de una estética y temática muy relacionada con Alicia en el país de las maravillas, por lo que no es sorprendente todos estos recursos fantásticos y propios de un cuento de hadas. Entre los diseños de personajes en los que abundan detalles rococó, volantes, trajes de chaqueta, flores, peluches y relojes, y la aparición de clásicos como El Sombrerero Loco o Humpty Dumpty, con toques muy oscuros, está muy bien conseguido e integrado todo ese toque tan siniestro que tiene la serie.
El estilo de dibujo está muy cuidado, y se nota que Jun Mochizuki es una artista que trabaja en tradicional, con un trazo muy fino y, sobre todo, elegante hacia el final de la serie, donde además, se va “oscureciendo” y agravando el tono. El ritmo de las viñetas es muy claro, y no duda en jugar con composiciones complejas para hacernos leer ciertas escenas más rápido para dar esa sensación de acción en cualquier momento.
La importancia y énfasis que le da a los rostros es tal que resulta muy fácil encariñarse con ellos y que te hagan sentir una pequeña vorágine de emociones, incluso si vemos escenas sacadas de contexto y sin saber qué está pasando. Con todo, las expresiones pueden resultar repetitivas y sufrir del same-face-syndrome (“síndrome de la misma cara”, muy criticado en manga y anime cuando los personajes sólo cambian por su peinado o paleta de color, pero comparten prácticamente los mismos rasgos faciales, corporales, poses y expresiones).
Sin embargo, y viendo otras ilustraciones de la autora, se ve que puede hacer mucho más rango del que muestra en Pandora Hearts, donde ese ambiente tan exagerado y dado a expresiones de desesperación y locura reina en prácticamente toda la historia.
Una recomendación, eso sí, sería contrastar la traducción con otras fuentes, puesto que se ha cambiado mucho algunos puntos esenciales de personajes muy importantes. El “yo”, que siempre cuesta tanto traducir del japonés, no está muy bien conseguido y puede confundirnos en el caso de Raven, por ejemplo. Que hayan traducido su forma de decir yo al principio de la historia (donde tiene menos autoestima y confianza) como el tete… no es de lo más acertado. Muchas escenas conmovedoras o serias pierden la suspensión de la incredulidad por salidas como esta, por no hablar de cómo se distorsiona el hecho de que Raven habla siempre de forma muy correcta en japonés.
De todas formas, son casos que para alguien que haya leído más manga y anime, se hacen fáciles de ignorar, por ser tan típicos en las traducciones. Con todo, es una lástima que causen una impresión tan diferente a la que habría querido crear la autora.
Si algo se echa en falta, sería la aparición de más personajes femeninos con rol importante, a pesar de girar en torno a la historia de Alice. Todos los son extremadamente perfectos, jóvenes, de la realeza en su mayoría, que, unido a toda la estética relacionada con cuentos, castillos, y lugares abstractos, lo hace muy visual, pero con poca variedad fuera de ahí.
En definitiva, y a pesar de estos problemas, Pandora Hearts es una obra ambiciosa, oscura y enrevesada, bastante única aunque beba de muchas fuentes conocidas. Los personajes variados tienen motivaciones propias y creíbles dentro de un contexto exacerbado. Puede que no sea del gusto de todos, pero la calidad del diseño y el mimo en la trama sin duda serán una gran recompensa, repleta de tragedia (eso sí), para los lectores.
Ilustradora y artista 2D freelance para videojuegos.
Twitter se me queda corto para dar la lata con todas las chorradas de las que me gusta hablar.