La humanidad ha puesto de manifiesto, no pocas veces, su instinto más animal. Somos puramente animales. Trajeados, eso sí, y acomodados en nuestras casas y complacientes vidas desbordantes de civilización. Pero en cuanto se nos cruzan los cables, en cuanto tenemos oportunidad, aflora nuestro instinto de supervivencia, el más repulsivo y asqueroso. No quiero decir que un día a tu vecino se le vaya a ir la olla y se vaya a poner a pegar tiros, pero mejor no descartarlo en el caso de que acontezca algún tipo de apocalipsis.
Es un poco el panorama que nos encontramos en este segundo tomo de Cibercafé a la Deriva. Se han vuelto todos locos. Están aislados, solos en el mundo y ya empiezan a aparecer los primeros vecinos locos. Mientras vivían entre miles de personas había que mantener la compostura, pero ahora que pueden hacer lo que les salga de las narices, la cosa se va a poner fea.
Esa es la tesitura con la que se encuentra el grupo avanzadilla que ha salido en busca de algo que llevarse a la boca y despejar interrogantes. De momento ni lo uno ni lo otro, no hay comida y no parece haber nada ahí fuera. Eso sí, más de uno ya ha aprovechado para intentar hacerse con el control de la situación por la fuerza, y eso incluye violar a una de las supervivientes. Sí, Oshimi no sólo pone de manifiesto el instinto animal sino que lo conduce hasta sus últimas consecuencias.
Un tomo transitorio que deja muy claras las intenciones de la obra y los derroteros por los que nos va a llevar. Hay supervivientes, pero lejos de apoyarse y buscar solución al hecho de estar completamente solos, van a hacer lo posible por sacar provecho los unos a los otros. Y si eso implica matarse entre ellos, pues bienvenido sea.
Por otra parte tenemos al protagonista de la historia, Toki, que atraviesa un mar de contradicciones. ¿Qué hacer? ¿Seguir esperando salir del agujero en el que se encuentran para reencontrarse con su mujer embarazada o tirarse a Tôno, la chica de sus sueños de la que lleva prendado desde el instituto? Además, le ha prometido protegerla, y precisamente ahora la cosa se ha puesto bastante chunga con el loco que ha tomado el control.
Otro dilema que veremos si se resuelve por la vía animal o por la sentimental. La cosa se queda a punto de caramelo en este sentido y en los distintos aspectos que nos ofrece Cibercafé a la deriva. ¿Qué están haciendo allí? Bueno, tras los atisbos del primer tomo, parece que por fin se están dando algunas pistas de cuál podría ser la forma de volver a sus casa. Pero, ¿dónde están realmente? No parece que el resto del mundo haya desaparecido, sino que son ellos los que han sido transportados a una realidad distinta a la que se encontraban.
Shuzo Oshimi logra en todo momento mantener un ambiente de nerviosismo e inquietud ante el lector, que progresa a través de un tomo que a pesar de no ofrecer respuestas, sirve de punto de inflexión para que, en especial Toki, conozca a qué se enfrenta en ese cibercafé. Salir de él no va a ser tarea fácil, ahora menos, teniendo que enfrentarse no sólo al resto de supervivientes, sino a sus propios sentimientos.
Fundador, redactor jefe y editor de Deculture.es. Jugón desde la vieja escuela, amante de JRPGs y SRPGs, a poder ser de estilo clásico. Lector de cómics, amante del manga clásico.

- Mucha acción y dicho sea de paso, sangre, en un tomo que deja con muchas ganas de más.
- Nuevo detalle de la editorial, que regala un marcapáginas y desplegable junto al tomo.
- Escenas bastante duras, Oshimi no se priva de mostrar la crudeza de la situación que representa.
- Seguimos sin saber cómo han llegado hasta allí y qué es ese sitio.