amiibo de Mario dorado: somos gilipollas

La volatilidad del criterio a la hora de adquirir una figura

Amiibo Mario gold

Me considero coleccionista de figuras amiibo, o cazador de amiibo, o aventurero en busca de una plasticosa y maldita reliquia de la cual solo se sabe de ella debido a rumores y leyendas porque muchos no han logrado ver una sola en tiendas. Una de esas personas que, sin buscar hacerse con el 100% de las figuras que edita la compañía del fontanero, se ve obligada a pegar telefonazos, tener contactos y caminar más que un pollo sin madre cada vez que sale una nueva tirada de estas figuras. Puedo asegurar que, a mis cerca de treinta años, he pasado más tiempo en un Toys R Us en estos últimos meses que durante toda mi vida. El stock incierto y a cuentagotas que ofrece la compañía nos obliga, a quienes gustamos de coleccionar estas figuras, de seguir este ritual. Es un precio agotador a pagar que, por otra parte, da una pequeña recompensa personal si logras hacerte con esa figura que deseas y que luego resulta ser de las más buscadas.

Ser parte de la comunidad coleccionista no me impide contar con autocrítica. Es jodido estar así cuando ya tienes una edad y otras cosas de las que también preocuparte, y jode más al ser productos inesperadamente limitados que son producidos por una compañía destinada a las masas, porque a la mínima que bajas la guardia ya ha llegado alguien con intención de hacer dinero y te quita la última unidad de ese modelo que quedaba en tu ciudad. Ese alguien muchas veces no persigue vender a un precio superior a su PVP para luego hacerse con un par de amiibo que le puedan faltar, qué va, esta gente que aprovecha un producto muy popular, que no debería ser limitado, con la única finalidad de hacer dinero. Me pasa constantemente ahora que ando a la búsqueda de una amiibo de Estela (Rosalina en inglés). Ni aún ofreciendo dos figuras de valor especulativo superior al de Estela (50-70€ en España) aceptan la proposición de cambio. «Tan solo quiero venderla, y cuesta menos vender una unidad que dos aunque pueda sacar más dinero con ellas«, suelen decirme pese a que las figuras ofrecidas están a la par en rareza que esa Estela. Es una pista sobre la situación en nuestro país con respecto a las amiibo, además de los cazadores por afición, están los cazadores que tan solo persiguen el dinero, pero que se encuentran con una realidad no tan fructífera como ellos esperaban: que no logran vender ni por asomo esa figura que les coge polvo. Para hacer más ridícula la situación, los precios especulativos de amiibo en nuestro país superan con creces los de otros países con un poder adquisitivo muy superior al nuestro.

Amiibo-mario-dorado-especulacion

¡Me lo quitan de las manos, oiga! (en realidad no)

Sí, somos todos gilipollas, unos por perder el tiempo con un cacho de plástico que tan solo lleva la marca Nintendo, y otros por pensar que una mierda de figura les va a solucionar la vida. Pero es que hay gente aún peor que fomenta la actividad de estos últimos. Y es por esa gente que escribo este artículo que tan solo busca reflejar una parte de lo peor del mercado de las amiibo, propiciada tanto por Nintendo como por las tiendas que permiten a algunos llevarse cestos llenos del oro de plástico. ¿Quiénes son? Aquellos que se interesan por una amiibo únicamente cuando esta escasea.

Ha pasado con Zelda, que estuvo un tiempo pudriéndose en las estanterías de las tiendas y ahora comienza a entrar en el selecto club de las amiibo más cotizadas; ha pasado con Sheik, una montaña rusa que pasó del desinterés al deseo tras su breve momento de escasez (brevísimo diría yo), pero que ahora ya no interesa tanto porque vuelve a haber stock; ocurre ahora mismo con Meta Knight, que pasó bastante desapercibida y ahora todos parecen querer porque no se encuentran ni en los libros de historia; pasó con Little Mac, del cual solo se despertaron ansias cuando se supo de su rareza; y acaba de pasar ahora mismo en Norteamérica con la amiibo de Mario dorado. Tras ver lo poco que han durado en stock (entre un cuarto y media hora), gente que no la quería ahora la desea con fervor. Por una horrible figura que, en lugar de ser pintada con sus colores tradicionales, tan solo tiene la peculiaridad y poca originalidad de estar pintada en su totalidad por una capa de pintura dorada. Que sacan a reservar 3 amiibo con forma de mierda pintada del color del arcoíris y ocurre lo mismo.

Tan absurdas son las ansias por la amiibo de Mario dorado que esta estatuilla del Club Nintendo, y de mayor calidad, se puede encontrar más barata

Tan absurdas son las ansias por la amiibo de Mario dorado que esta estatuilla del Club Nintendo, de mayor calidad, se puede encontrar más barata

Personalmente esta figura la considero tan o más horrible que las versiones de «cristal» de Disney Infinity, donde parece haber algo más de criterio entre sus fans puesto que en ocasiones son de las figuras que nadie quiere, porque son estéticamente horribles. Pero el chip del fanático nintendero no funciona así. solo haz que un producto escasee para que inunde las redes sociales de sus ansias por adquirirla, de sus buenas palabras para ella, o de su rabia al no poder hacerse en tienda con aquello que unas horas atrás ni siquiera le importaba. Una fiebre pasajera, pues a menos que sufra un arrebato consumista no la comprará. Nada de tener criterio a la hora de decidir montarse una colección con las amiibo ¿Para qué, si ya nos dicen lo que tenemos que querer en función de la escasez de las figuras? Da igual que no hayan tocado en la vida un Punch Out!, que echen bilis de los que usan al boxeador en Smash Bros. o que el diseño del personaje nunca les haya llamado la atención ¡Necesitan esa figura a toda costa porque todos la quieren y es limitadísima! Esta gente es la esperanza de los especuladores, que no han tardado en poner las amiibo de Mario dorado a precios desorbitados cuando aún queda bastante para que salga a la venta en Norteamérica y en el aire queda la duda de posible reabastecimiento de unidades. Y al final, entre todos, formamos una especie de pez mutante con varias cabezas que se muerde a la vez la cola, el ojete y las entrañas.

Somos gilipollas, y las amiibo solo ayudan a sacar este innato don que como seres humanos siempre tratamos de ocultar.