Convivir con un genio: Goro Miyazaki habla de la relación con su padre

Vida y milagros del hijo de Hayao Miyazaki

goro miyazaki

Goro Miyazaki se ha llevado bastantes palos desde que iniciara su carrera en la industria del anime para Studio Ghibli con Cuentos de Terramar. Un filme tachado de insulso y poco merecedor del sello del estudio, del que ahora ha hablado —junto a otros temas sobre su trabajo en el estudio— en una entrevista para The Asahi Shimbun.

Goro siempre había querido trabajar en la industria del anime, desde que era un niño, aunque la figura de su padre parecía perseguirle a todos lados. Un Hayao Miyazaki del que dice, nunca estaba en casa ni pasaba tiempo con él debido al trabajo.

No es lo único que tenía en su contra. Su madre, que también se dedicaba al anime, consciente de las carencias de su hijo, le dijo cosas como que no sería capaz de ganarse un hueco sin el talento necesario o que tendría problemas económicos. Representando esa siempre latente figura paternal, le dijo que quería que «consiguiese un trabajo normal».

Pero bueno, sigamos con la historia. Más tarde entra a trabajar en el Museo Ghibli, abierto en 2001, después de que Toshio Suzuki —en cierto modo, «culpable» de la llegada de Goro al estudio, pues su padre no quería— le preguntara si podía echar una mano en su construcción. De aquello se queda con la excentricidad de su padre a la hora de dar formas a sus ideas: «Mi padre tenía de antemano una imagen ideal del edificio y las exposiciones en mente, igual que cuando hace películas. Pensaba en él de forma horrible cuando veía como trataba de llevar esas ideas a la realidad. Mi trabajo era conciliar esas ideas a la hora de plasmarlas en la realidad».

Hayao Miyazaki no quería que la presencia de su hijo distorsionara lo más mínimo. «No quiero mezclar los negocios con temas privados cuando estoy en el trabajo. ¿De acuerdo, Goro?», narra Goro en la entrevista. Pero no todo era malo, dice. «También tenía un lado flexible. Volvía rápidamente con un plan alternativo cuando el suyo no salía adelante». Comenta que se sentía abrumado de la brutal fuente de ideas que era (y es) su padre.

Ante la gran pregunta, la del entrevistador, la de meter el dedo en la llaga. ¿Cree Goro Miyazaki que pudo hacer Cuentos de Terramar por el hecho de ser el hijo de Hayao Miyazaki? «No lo sé, la verdad. Como siempre fue Suzuki, el productor, quien vino con la propuesta, pero no sé si me la hizo por ser el hijo de Hayao Miyazaki o por otras razones», dice. Es más, comenta que «mi padre se oponía totalmente».

Hayao Miyazaki le reprochaba a su hijo el largo camino que él había tenido que recorrer hasta que finalmente había podido llegar a dirigir una película. «Es imprudente que un principiante sea director», le dijo. Algo de razón tenía, y ahora Goro entiende una pregunta que le hizo su padre en aquel momento, y que entonces, dice, no supo entender: «Si diriges una película una vez, serás llamado como un director el resto del tu vida. ¿Entiendes lo que eso significa?».

Pero, ¿qué es lo que hace a padre e hijo tan diferentes? Goro dice que se pregunta constantemente qué es eso que su padre tiene y él no, llegando a la conclusión de que él debe tener algo que su padre no tiene. «La vida habría sido más fácil si hubiera sabido qué era ese algo», añade.

Su meta siempre ha sido alcanzar los trabajos de Hayao Miyazaki, del que dice que es «un genio que no deja de actualizarse. Cuando he subido varios escalones, me encuentro aún más lejos de él». Al final parece haber desistido: «Probablemente nunca seré capaz de alcanzarlo, y me digo a mí mismo últimamente que es inútil tratar de superarlo».

Hablemos ahora de Ronia, el último trabajo de Goro Miyazaki. Una serie que destaca por usar una tecnología CGI 3D que se estrenó hace unos meses y que es el primer trabajo del director fuera del estudio. «Cuando Takahata y Miyazaki empezaron a crear anime para televisión dibujando a mano hace 40 años, era algo en evolución, pero ahora es algo consolidado. Si tuviera que crear una serie de televisión ahora dibujando a mano, me estaría limitando a seguir el camino trazado por Hayao Miyazaki y sus colegas como un recién llegado. No quiero eso».

El hijo de Miyazaki quiere formar parte de algo nuevo, y ese algo nuevo es la animación por ordenador. «Siempre he creído que el anime dibujado a mano es superior a los gráficos por ordenador a la hora de expresar emociones, pero los creadores que usan animación por ordenador mantuvieron la ambición de creer que podrían lograr algo si lo intentaban». Como hicieron Takahata y Miyazaki cuando empezaron, claro. Eran otros tiempos.

Podéis leer la entrevista al completo en inglés en este enlace.