Reseña: ‘Silver Spoon’ #1-10

Hiromu Arakawa, de la fantasía al campo

Siempre se asociará a Hiromu Arakawa con Fullmetal Alchemist. No se puede luchar contra este hecho, es más, no se debería luchar contra él. Cuando un autor publica una gran obra, debe reconocérsele el mérito correspondiente. Es suyo y se lo ha ganado. Pero tras haber llegado a la cima, conviene reinventarse. Siempre asociaremos a Arakawa con la épica y la fantasía —como ella nos recuerda ahora mismo con La heroica leyenda de Arslan—, pero está bien tanto para ella como sus lectores que intente innovar, presentarnos algo distinto y fresco. Y este objetivo lo logró con Silver Spoon. Arakawa fue valiente y conservadora a la vez; valiente por apostar por una obra costumbrista sobre la vida agraria en una revista histórica e importante, la Sunday, y conservadora por hablar de un tema que conocía ampliamente. Hiromi Arakawa —Hiromu es su pseudónimo— nació en la isla norteña de Hokkaido, y creció en un ambiente agrícola. En la misma isla se sitúa Silver Spoon, y la historia se centra en un instituto técnico —un cruce entre bachillerato y la formación profesional— encargado de preparar sus alumnos para la vida del campo.

Silver Spoon tiene muchos puntos fuertes, pero el más importante es su protagonista principal. Yugo Hachiken es un estudiante frustrado que después de haber sufrido mucha presión en el instituto intentando conseguir sin éxito las mejores notas de la clase decide huir de casa y entrar en una escuela donde el nivel académico no sea demasiado exigente. Silver Spoon es la historia de Hachiken, de su adolescencia y sus vivencias que le ayudarán a madurar y crecer como persona. Es una mirada nostálgica y cariñosa a la época escolar, realista, graciosa y a veces cruel.

La llegada de Hachiken a la escuela Yezo le abre un mundo que él no sabía ni que existía —seguramente muchos lectores tampoco— y que le hace cambiar. A lo largo de los tomos hemos visto como ha evolucionado y madurado, pero a la vez sigue siendo el chico inocente del primer capítulo. Sigue teniendo sus propios principios y valores, que no varían pese a los múltiples problemas que se ha encontrado. Escribir personajes tan complejos y profundos no es fácil, pero Arakawa lo logra en esta obra. Y lo mejor es que seguramente en los capítulos venideros seguiremos descubriendo nuevas facetas de Hachiken; aún está en primero y tiene mucho que aprender sobre la sociedad y la vida. Sigue teniendo rabietas con su familia, sigue sin lograr enfrentarse a sus temores ni es capaz de progresar y dar el último paso en su vida amorosa. La adolescencia es la etapa donde debemos aprender a ceder y encontrar compromisos para convertirnos en adultos, pero aún así conservando nuestra esencia, y Hachi va por el buen camino.

La etapa de maduración es un tema ampliamente usado por la ficción, y está tan extendido a lo largo del tiempo y el espacio porque es un tema universal y atemporal. Ver a un adolescente japonés crecer nos es tan cercano como ver a nuestros hermanos o a nosotros mismos envejecer.

Pero Silver Spoon no se basa solamente en Hachiken. La serie logra enamorar gracias al amplio elenco de personajes que tiene. Tanto alumnos, como animales y profesores tienen sus propias personalidades distintas e irrepetibles. Reconocibles todos ellos gracias a sus defectos y puntos fuertes sirven para contarnos una gran historia costumbrista. Cuando los chicos del dormitorio se quedan sin fiesta Navidad porque nadie confiesa haber sido el causante de infectar un ordenador con un virus por ir a páginas eróticas, se apoyan mutuamente de un modo ridículamente gracioso porque no puedes evitar pensar que es una estupidez adolescente. Son quinceañeros, hacen estas locuras. Y si los alumnos cumplen su papel, los profesores también demuestran tener un lado infantil, egoísta y humano cuando no trabajan como instructores. Es divertido ver como chantajean a Hachiken por año nuevo para que los otros alumnos no se enteren de los tiberios que se montan por nochevieja.

Silver Spoon no es espectáculo, ni una gran epopeya, pero tampoco aspira a serlo. Es una serie que no pretende ser algo distinto a lo que es, se conoce y ahí radica su éxito. Personalmente respeto mucho a Arakawa por intentar contarnos una historia así tras estar en la cresta de la ola del shonen más comercial, y parece que una gran cantidad de lectores opinan lo mismo cuando todos sus tomos superan el millón de copias vendidas en Japón.

Silver Spoon #1-9
Lo mejor
  • La abundante comedia que hay.
  • La presentación de un ambiente agrícola desconocido para muchos.
  • Sus personajes son muy carismáticos.
Lo peor
  • El arco de invierno puede que esté durando demasiado.