Noragami ha demostrado con cuatro tomos una historia que, si bien entra dentro del tópico de la acción, el folclore japonés y toques de romance y humor, puede enganchar igualmente gracias a unos personajes carismáticos que, una vez te atrapan, te ves en la necesidad de saber más más sobre ellos.
Yukine y Yato se llevan mucho mejor, pero ahora el problema lo tiene Hiyori…
La relación entre Yato y su shinki ha mejorado mucho, y por fin Yukine se da cuenta de hasta dónde llega su relación simbiótica con su amo. Pero ahora es Hiyori quien corre peligro si sigue pasando tanto tiempo en la otra orilla…
Si en el tercer tomo la historia se centraba en la relación entre nuestros protagonistas, Yato y Yukine, el cuarto comienza a mostrarnos la otra cara de los dioses más poderosos, entre ellos Bishamon. Yato, a pesar de ser un dios nacido del deseo de matar y cuyo pasado está manchado de sangre, decidió hace mucho tiempo tomar las riendas de su vida divina y convertirse en un dios menor de ayuda a domicilio, cumpliendo con misiones un tanto simples y humanas que, a la larga, le van involucrando en otras mucho más siniestras y complicadas adheridas a los deseos y los miedos del ser humano.
Lo mismo pasa con Bishamon. Durante su introducción en el primer tomo es mostrada como un personaje frío y calculador, una diosa de la guerra con grandes conocimientos militares y que debería, por lo tanto, inducir deseos de guerra como antaño. Sin embargo, durante los últimos años de su existencia ha procurado que su objetivo sea vengarse por todas aquellas armas que le pertenecieron y fueron asesinadas por Yato en el pasado. Junto a su arma más fiel y guía, Kazuma, la diosa demuestra ser compasiva y proteger la vida de inocentes y de almas que son atacadas por los Ayakashi, convirtiéndolas en sus armas para que convivan junto a ella.
Desde un primer momento se aprecia el rechazo de Kazuma a seguir adoptando más almas, la cual se muestra más compasiva y excesiva en comparación del resto de dioses que conocemos, pues los pensamientos corruptos y las tentaciones de estas pasan a convertirse en una enfermedad mortal para su diosa, acarreando graves consecuencias. Sin embargo, Bishamon se niega a darle la espalda a quienes lo necesitan e incluso encara a Kazuma al recordar la matanza de Yato.
Una cosa de las que más me gustan de este manga (y puede que otras personas detesten) es que se le da a cada dios una personalidad que difiere de su supuesta y originaria naturaleza. Otro ejemplo era Kofuku, la diosa de la pobreza y la desgracia que se hace pasar por el dios del comercio para evitar el rechazo de sus clientes. Es algo que me ha llamado especialmente la atención y que es usado tanto con dosis de humor como en momentos más transcendentales y serios.
Preparándose una tormenta en la casa de Bishamon, por otro lado tenemos a los tres protagonistas. Yukine comienza a portarse bien y a pagar por sus robos trabajando en la casa de Kofuku, pidiéndole a Hiyori que le ayude a estudiar a la par que conoce a Suzuha, una de las armas de Bishamon que parece tener su misma edad. Mientras, Yato intenta alejarse poco a poco de la muchacha con miedo a involucrarla demasiado en el mundo místico, quizás no volviendo a tener una vida normal en el futuro por su culpa.
El tomo cuatro me ha parecido un correcto puente de transición entre la superación de Yukine y el nuevo arco que, por supuesto, está cien por cien centrado en Bishamon y Kazuma, junto al resto de sus armas. Y, por supuesto, Nora, el arma errante de Yato, sigue haciendo de las suyas involucrándose esta vez en los asuntos en el enemigo de nuestro protagonista y prestando su ayuda a Kugaha, un arma de Bishamon con el don de la medicina que parece no estar muy satisfecho de la situación de su señora, queriendo cortar el asunto de raíz a base de una vil traición.

- El manga juega con las personalidades de los dioses de una forma original
- Siguen mostrándose nuevos personajes y situaciones que atrapan y animan a la lectura
- La historia se estanca, aunque por otra parte ello permite un mayor desarrollo de personajes y aparición de caras nuevas