Si el capítulo de la semana anterior fue lento pero intenso, la tercera entrega de Orange ha conseguido que sus veinte minutos sepan a poco, en el buen sentido. A pesar de ser un género repetitivo que transcurre entre las paredes de un instituto, Orange tiene algo especial que atrapa y emociona.
Naho está empeñada en seguir los consejos que su yo del futuro le confía en sus cartas. Todavía se desconoce el motivo por el cual le llegaron dichas misivas, pero la incertidumbre que la rodea es pequeña en comparación al aura que rodea a Kakeru. En el capítulo anterior, el muchacho le confesó algo muy personal y desconsolador a Naho: su madre se suicidó el día que ella y sus compañeros le invitaron a salir.
Naho se siente culpable por lo sucedido. Su yo del futuro le advirtió que no debía invitarle, y aún así lo hizo. ¿Kakeru podría haber evitado la tragedia? ¿O consiguieron salvarlo de una experiencia aún más traumática? Las incógnitas siguen ahí, y Naho se promete que no volverá a dejar que Kakeru sufra y que velará por él. Naho se da cuenta de lo mucho que le gusta Kakeru, hasta el punto de sentir celos por Ueda, la chica de curso superior que le pide salir en el capítulo.
A pesar de que las cartas le advierten y de que tiene una oportunidad de cambiar el destino de una confesión, Naho acaba metiendo la pata y no es capaz de evitarla. No cambia de forma brusca el futuro de Kakeru, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que el mensaje de las cartas comienza a hacer efecto en el presente y provoca nuevos acontecimientos, tanto en este capítulo con la nota de Naho a Kakeru como lo fue en el anterior con la visita al parque. Es decir, provocan unos sucesos que nunca se dieron en la línea temporal original.
Sin embargo, la línea temporal del futuro sigue mostrándose intacta, con un grupo de viejos amigos que se reúnen para desenterrar su caja del pasado y que se dan cuenta de una terrible realidad que habían ignorado hasta el momento sobre la muerte de Kakeru. Una realidad que hace entender el porqué de las súplicas de la Naho del futuro a su yo del pasado por remediar sus errores y proteger al chico del que se enamoró en la preparatoria.
Es destacable que Naho, Kakeru y Suwa se lleven el protagonismo de los primeros capítulos de la serie, aunque en éste Takako y Saku han brillado un poco más que en el anterior, quizás con el mismo nivel de importancia que Azu, con quien es inevitable sonreír con esa energía y alegría que desprende por cada uno de sus poros.
No podemos engañarnos. Naho es un personaje muy común dentro del género que pisamos, pero no por ello uno mal construido. ¿Por qué indagar en este tema? Porque ha de entenderse la edad en la que Naho conoce a Kakeru. Es su primer amor, es una escolar enamorada por primera vez y, sí, se comporta como una idiota. Como muchos y muchas. ¿O es que no nos poníamos nerviosos al ver al chico o a la chica que nos gustaba cuando pasaba por el pasillo? ¿Acaso no nos daba corte hablar con esa persona, y hasta nos escondíamos aunque nos hubiéramos prometido esa misma mañana hablar con ella?
Puede que el romance japonés alcance un nivel de inocencia excesivo, pero no por ello deja de ser realista. La adolescencia está llena de cambios, y hacerle un favor a unas amigas o hablar con el chico que nos gusta puede suponer un auténtico mundo en esa etapa. Es por eso que Naho es un buen personaje. Irritante y exasperante en ocasiones, sí, pero es la pura realidad de una de las épocas más complicadas de la vida. La etapa en la que intentamos encajar, en la que damos todo por nuestros amigos y nos resulta complicado dar un sí o un no a los demás, por miedo a herir (aunque una negativa no sea para tanto) o quedar mal. Y Naho, a pesar de presentar las típicas inquietudes de una adolescente enamorada, conserva cierta madurez que no se ve en las protagonistas de otras series del mismo género.
Por otro lado, hay que saber entender y profundizar en el estado de Kakeru. Escenas como la de la máquina de resfrescos dejan ver que no se encuentra bien. Sonríe ante sus amigos, da a entender que se lo pasa genial y que es feliz, pero en la lejanía se atisba la depresión en la que poco a poco se está hundiendo. En este anime se refleja perfectamente cómo un tema tan delicado no puede llevarse fácilmente en una etapa de la vida tan complicada como la adolescencia. Y el sentimiento de culpa que se refleja en Naho y los demás en el futuro rompe el corazón a más de un espectador, pues ¿qué habríamos hecho nosotros en su lugar? ¿Podríamos haber salvado a ese amigo si le hubiéramos prestado más atención?
Y es que, cuando somos adultos, nos damos cuenta de muchas cosas que antes ignorábamos. Ahora son lo más valioso que tenemos y que debemos proteger a toda costa. Ese es el precioso mensaje que nos transmite Orange semana tras semana.