El título no os miente: vengo a hablaros de Rhythm Paradise Megamix (Rhythm Heaven Megamix si vives al otro lado del charco o Rhythm Tengoku: The Best Plus (リズム天国 ザ・ベスト+) si eres de esos que sienten la necesidad imperiosa de usar los títulos originales de los videojuegos). Pero ante responderé una pregunta que muchos os haréis al ver el juego: ¿por qué?
Cualquier persona que me conozca un poco sabrá que me apasionan los juegos rítmicos, que esas locuras que sólo hacen en Japón me vuelven loco y que la magia de Nintendo siempre ha sido un plus para mí. Así que ya hace unos años un buen amigo me recomendó un título bastante extraño que aún no se había comercializado en nuestro país, con el nombre de Rhythm Tengoku GOLD. Habiendo dado tantísima caña a Ouendan, cualquier cosa me iba a parecer poco, pero… ¿Sabéis qué? Logró estar a las alturas de las expectativas.
Y es que no en vano esta franquicia comparte padres con Wario Ware: su humor y propósito no se sale de lo absurdo e ilógico, ¡pero es lo que pretende! Sí, su primer nivel sólo nos mostraba una fábrica de ensamblaje que funcionaba al ritmo de la música, pero en cuanto veías ideas tan locas como el ping-pong encima de una tarta gigante o un entrenamiento militar destinado a aves de corral, el indicador se disparaba. Asequible para los novatos, endemoniadamente exigente para los que van a por la perfección y con una enorme cantidad de recompensas para el jugador. ¿Qué más podíamos pedir?
Si en algún momento habría alguna respuesta a esa pregunta, era la palabra «más». Y eso no llegaría hasta Beat the Beat: Rhythm Paradise, la entrega para Wii. Con algunas pérdidas por el camino (como el doblaje a castellano), jugar en tu televisor rodeado de amigos para reírte de cómo entrevistan de forma rítmica a un profesional de la lucha libre siempre merece la pena. De hecho, desempolvo el disco de vez en cuando.
Pero es en portátil donde más sentido tiene todo esto y prueba de ello es Rhythm Paradise Megamix, que vuelve a Nintendo 3DS para proporcionarnos aún más diversión rítmica recopilando lo más selecto de los títulos antes citados, el inédito Rhythm Tengoku para Game Boy Advance y una buena sartenada de propuestas nuevas que en ocasiones nos hará alzar nuestro puño en furia frente a la pequeña pantalla de la portátil.
Y es que la idea funciona bien: cada set de minijuegos incluye uno de cada entrega junto a la nueva propuesta de turno, hasta superar el centenar de pruebas. Con los controles simples de siempre (los botones A y B y, en alguna ocasión, la cruceta o, si lo prefieres, la pantalla táctil), hemos de seguir el ritmo para que ocurran cosas en la pantalla con nuestras pulsaciones. Y es que en la simpleza recae la adictividad y el atractivo de la idea.
No obstante, y desde el asiento del fan de la franquicia he de decir que la elección de minijuegos no ha sido tan afortunada como debería, cayendo en algunas redundancias (al fin y al cabo, es normal que haya juegos similares entre las diversas entregas) bastante evitables mientras algunos de los más queridos se han quedado totalmente fuera. Además, está claro de que algunas de las pruebas de Game Boy Advance no han superado el paso del tiempo tan bien como deberían.
Pero no por ello es menos meritorio, ya que este juego está perfectamente planteado para el jugador neófito proporcionando una curva de aprendizaje mucho menos agresiva que la que sugerían las precuelas (eso sí, a coste de que la primera media hora de juego de alguien que haya completado al 100% los anteriores sea algo más tediosa de lo que debería) con versiones más sencillas de lo que nos encontraremos más adelante y tomas de contacto graduales con las mecánicas hasta llevarle a sentirse realmente hábil y preparado para cualquier reto, por duro que sea.
Además, este juego incluye novedades en la saga como un modo historia (algo precario pero que al menos nos hará reírnos más de una y de dos veces) o el tren de los desafíos en los que tendremos que atacar, en solitario o en compañía, una serie de minijuegos de forma continua con reglas especiales, un museo donde tener todo el material desbloqueable (como recuerdos de cada uno de los niveles, su banda sonora o mascotas coleccionables) a buen recaudo, un pequeño juego en el que batirnos contra nuestros rivales de StreetPass y, por algún motivo que nuestros mejores ocultólogos están intentando discernir, una suerte de pachinko en la que alimentar con nabos a una cabra que pone huevos.
Desgraciadamente, no es oro todo lo que reluce y algunos puntos flaquean, como los minijuegos extra. Lejos de las simpáticas propuestas de antaño en forma de juguetes rítmicos y minijuegos interminables, en esta ocasión sólo podremos hacernos con algún que otro nivel antiguo que no aparece en la campaña principal, en su mayoría de la versión de Wii. Una lástima que no es capaz de resultar la guinda encima del pastel que podría haber sido.
Otra lástima, también, es la escabechina del doblaje a castellano. Como ya he dicho, la edición de Nintendo DS estaba íntegramente en nuestra lengua, mientras que la de Wii (y obviamente, la de GameBoy Advance) no. Para los minijuegos de Rhythm Paradise se han mantenido las voces en castellano. Para Beat the Beat: Rhythm Paradise, todo en inglés. ¿Y para los nuevos? Se ha optado por hacer que las versiones occidentales cuenten tan sólo con las versiones instrumentales de la música y las pistas auditivas en inglés, acabando como una masa poco uniforme con la que no sabemos qué hacer más allá de pulsar el cómodo botón de cambio de audio a japonés.
Rhythm Paradise Megamix ha sido probablemente uno de los juegos que más he esperado desde su anuncio. Quizá venir bien curtido de la saga me haya hecho valorar menos la genialidad que hay detrás, quizá llegar sabiendo a qué venía me haya hecho apreciar la propuesta de primeras y sin tapujos. Pero lo importante es que me he divertido, he estado a punto de estampar mi consola contra la pared y… ¡maldita sea, otra vez pifio el perfecto en la última nota!
Una adición obligada a todos los fans del género a vuestras estanterías. Ahora sólo nos falta un nuevo Ouendan y todo volverá a ser como hace una década.
«Mi título dice que soy Ingeniero en Telecomunicaciones. Mi puesto de trabajo, que soy desarrollador de software. Pero mi corazón me hace creativo.»
Y es que no podía comenzar a escribir estas líneas sin parafrasear la célebre cita de Satoru Iwata que tan bien define mi dualidad y, ya de paso, mi amor por el mundo del videojuego.

- Más de un centenar de adictivos minijuegos
- Acepta amablemente a los nuevos jugadores
- Sus nuevos modos de juego son una adición interesante
- La escabechina del doblaje
- Algunas elecciones son desafortunadas