El pasado mes de septiembre llegó a los cines nipones (y al catálogo de Crunchyroll) Confession, la tercera entrega de la hexalogía fílmica Digimon Adventure Tri. La trama se eleva, los misterios se acumulan y Toei Animation consigue lo que la serie original ya logró en su momento: cautivar al público con una historia más compleja pero que respeta los valores iniciales. Aquí poseer o estar acompañado de un monstruo o ser fantástico no se relaciona únicamente a una competición, sino también a tratar temas de puro trasfondo que hacen crecer y madurar a los protagonistas, aprender a trabajar en equipo y apreciar los valores de cada uno.
Confession parece contar con tintes más dramáticos que sus dos predecesoras: mientras que Reunion fue un piloto que optó por la nostalgia, Determination comenzó a trabajar con más profundidad las incertidumbres de algunos niños elegidos, aunque se vio limitada por forzar dos escenarios japoneses sobreempleados hasta llegar al punto del cliché: los baños termales y los festivales escolares. Confession, por otro lado, se muestra como un arco de misterio en el que los Digimon comienzan a tener un creciente protagonismo y, además, poseen voz y voto para tomar decisiones de gran importancia.
Como ya ocurrió en las dos entregas anteriores, cuya reseña podéis leer aquí, dos de los niños elegidos tienen que hacer frente a sus problemas. Los elegidos para este filme serán Izzy y T.K. Por un lado vivimos de primera mano el sufrimiento de Izzy al tratar de encontrar una solución para la infección informática que está afectando a los Digimon que ya mostró Meicoomon. Para él, se trata de una carrera a contrarreloj y una preocupación que los demás niños no parecen compartir. Eso hace que su salud se resienta a causa de la falta de sueño y el abuso de bebidas energéticas y que sus relaciones personales también terminen hundiéndose, algo que se hace especialmente obvio en el cambio de dinámica que muestra respecto a Mimi.
Por suerte, los eventos de la anterior cinta hacen que Joe vuelva a ser el de siempre y sepa encargarse de forma madura del tema, dando un pequeño empujón hacia la dirección correcta. Desgraciadamente, las acciones de otro personaje al que también queremos no acaban de cuajar; el arco argumental de Sora durante Adventure es muy distinto de cómo ha acabado la cosa. Actualmente, está asumiendo el rol de la madre de equipo, y no con acierto. Quizá algún resto de los errores narrativos de 02, quizá algo que se plantea con vistas a la cuarta parte, pero algo que no convence al espectador.
Por otra parte, T.K. descubrirá una terrible realidad que deberá afrontar él sólo junto a Patamon, y tratará de ocultarla a Izzy y a los demás con tal de que su compañero digital permanezca a su lado. Obviamente, un acto irresponsable y con consecuencias desastrosas, pero que encaja en la personalidad del chico. Probablemente, una de las partes de mayor carga emocional y que es capaz de poner sobre la mesa encrucijadas reales, capaces de hacer mella en nuestros nostálgicos corazones.
Además de todo eso, se puede felicitar el no haber caído en arcos innecesarios como ocurrió en el episodio anterior. También es de agradecer que en esta nueva entrega veamos por fin a los compañeros digitales interactuar entre ellos para hacer algo más que monerías. Ver cómo sus diálogos tienen un papel importante en la historia es algo que se echaba en falta. A lo largo del filme descubren lo que está ocurriendo e intentan darle una solución a espaldas de sus compañeros, muy a pesar de que sepan que van a hacerles daño. Y es que tener una personalidad definida (eso sí, que me aspen si no se han excedido con la flanderización de Agumon), una opinión propia y sentimientos complejos es lo que hacen que los monstruos digitales queden por encima de esos que se guardan en cápsulas rojiblancas.
La animación ha mejorado de forma considerable, pues es indiscutible que hubo un bajón en la segunda entrega. No es de extrañar que las escenas más trabajadas sean, en efecto, las batallas: para los que hemos vivido Digimon desde pequeños, ser espectador de una lucha de los monstruos digitales en pos de proteger a sus compañeros humanos y salvar el mundo con esos fondos y esos colores, conservar los ataques de cada una de las evoluciones que gritábamos al televisor después del colegio… Sin duda, vuelve a ser un gran despliegue de nostalgia y ver este nuevo proyecto motivo del aniversario de la serie vuelve a ser un maravilloso ejercicio para la generación de los bocadillos de Nocilla. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todo el público es de la misma quinta, y que quizás estas películas no despierten el mismo interés en las personas de la siguiente generación.
Y la cinta se cierra con un final cargado de incertidumbre y tristeza. Y, todo sea dicho, ejecutado de forma espectacular. Seguro que a más de uno le arrancó más de una lágrima de tristeza en un ojo y de emoción en el otro con esa conclusión que nada tenía que ver con la de la precuela.
Y mientras nos deja unos minutos para secarnos las lágrimas, Digimon Adventure Tri se despide hasta el año que viene con el estreno de su cuarta entrega el 25 de febrero, Loss.

- La conservación de la personalidad de los niños elegidos en las entregas anteriores se repite de forma muy positiva con los compañeros digitales, quienes tienen la oportunidad en esta entrega de sacar a relucir sus diferencias.
- Algunos momentos de la película nos han transportado a nuestra infancia de manera inevitable.
- La animación vuelve a estar al nivel tras el bajón visible en Determination, y no se hace uso de escenarios o referencias cliché del anime japonés.
- Puede que parte del público espectador no pueda digerir los momentos cargados de tinte dramático de esta entrega.